Este Día del Libro es, como todos, distinto a cualquier otro. Sin embargo, es, como ninguno, aislado e íntimo. Es difícil recordar un Día del Libro semejante, sin el ambiente festivo de los eventos, del compartir esos objetos mágicos capaces de transportarnos, de hacernos reflexionar, de consolarnos o incitarnos a llegar más allá.
Ese ambiente hoy no es posible. Aunque sí es cierto que hemos intentado paliar el desgarro de un día como este encontrándonos de forma virtual, apoyándonos mutuamente y haciendo que, a pesar de todo, sea un día bello. Podemos elegir entre multitud de propuestas, entre las iniciativas más variadas, asomarnos a las casas de, quizá, más autores que en fechas anteriores. Sin embargo, no es fácil prescindir de la mirada, cara a cara, que intuyes guarda algo indescifrable; del encuentro con la persona que ha ido construyendo letra a letra ese libro que de una u otra forma ha influido en ti.
Habrá más Días del Libro, más días para reunirnos y festejar la existencia de este objeto al que tanto le debemos. Por ahora, celebremos cada uno de nosotros, a nuestra manera, mejor si es con un libro en las manos, este 23 de abril del 2020, que probablemente no olvidaremos.