Esta Semana Santa es tan diferente… No hay viajes ni reencuentros con amigos o familiares que hace tiempo no veíamos, tampoco procesiones ni celebraciones en comunidad. Sin embargo, la Semana Santa siempre es una oportunidad (y esta vez de unas características excepcionales) que, a pesar de todo, nos invita a quedarnos con lo esencial, a atrevernos a ir más adentro, a llegar hasta el fondo de nuestro corazón.
Es una ocasión perfecta para buscar respuestas a preguntas incómodas, para mirar en nuestro interior y cuestionarnos a nosotros mismos. Pero, sobre todo, es una oportunidad para entrar en el misterio de un Dios que se hizo hombre, que se arrodilló para lavar nuestros pies y se entregó completamente, por amor. Entrar en el misterio del Amor sin límite, de la entrega absoluta de Dios que en Jesús revoluciona nuestras vidas y supera nuestra lógica humana. Un Dios que abraza la fragilidad del ser humano y la hace suya.
Esta Semana Santa, sin duda, es diferente y de ella también nosotros podemos salir siendo distintos. Porque siempre hay algo que podemos cambiar, porque esta puede ser nuestra oportunidad. Porque el Amor no deja a nadie indiferente.
Porque esta es una invitación a amar.
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